viernes, 17 de enero de 2020

Charming (cuento)

Nos había propuesto que traigamos el robot con nosotros. En nuestro viaje a Tokyo incluimos una parada en la empresa que ofrecía este tipo de humanoides de compañía, que nuestro amigo Klever requería. No tenía usos sexuales. Su apariencia era más simple que la de un humano, pero podía mantener una conversación por un máximo de 30 minutos. Se vuelven más fluidas sus conversaciones, mientras más lo utilice- aclaró el jovencito que despachaba los humanoides. No lo pueden llevar caminando con ustedes porque la primera carga se debe hacer en casa. Les recomiendo que la hagan la noche antes del viaje- Nuestro amigo Klever había comprado el pasaje para su robot, al que había bautizado como Charming, para que pudiera regresar sentado en el avión, con nosotros.

La primera conversación la tuvo con mi esposa, la Sonia, que le habló sobre el Ecuador. En poco tiempo aprendió las capitales de todas las provincias y los nombres de muchos platos típicos. También le enseñó a no usar la palabra puta y tampoco culo. Eso lo decidió ella, improvisando.

Nos sorprendimos cuando Charming mostró su primer bug. Se le escapó que no quería vivir con un extraño. No debimos llevarlo prendido- dijo Klever cuando lo entregamos en su puerta.

Tendría que resetearlo. Ya no se llamaría Charming. Ahora se iba a llamar Julio, como su hermano difunto.

Pensar que Charming solo existió durante media hora y que demostró tanto interés por la geografía y la gastronomía ecuatorianas, nos llenaba de congoja.

Espero nuestro amigo Klever, tenga éxito con Julio.

Fin

Santiago Soto
16/01/20

No hay comentarios: