martes, 12 de febrero de 2008

"esperando al león"

No me gusta el sentido de inmediatez de un diario. A la vida hay que saborearla un ratito antes de tragar. Estaba esperando que Pedro el León se presentara ante mis ojos.
Cuando pensé que por fin lo iba a conocer, me di cuenta de que tenía un problema. No sabía como se veía. Sólo sabía que no quería que él me encontrara gordo.
Con tanto tiempo para esperar tenía que pensar en algo para entretenerme. La lata de cola sobre mi mesa me pareció un juguete. Durante 10 minutos estuve pensando en algo filosófico que decir sobre el aluminio. Pedro el León estaría decepcionado de su filósofo favorito.
Si no sabía como se veía, necesitaba algo más para reconocerlo. Algo que recordaba era el ritmo de su andar. Pedro el León, por ser músico desde niño, había desarrollado una rítmica musical para caminar. De hecho, cuando quería componer algo, tan sólo salía a dar un paseo y regresaba a su casa a escribir la partitura.
Me preguntaba si todavía le gustaba la gelatina. De niño había sido tan aficionado a ella que llegó a practicar una dieta sólo basada en gelatina durante tres días. Cuando su mamá le preguntó que como podía comer solamente gelatina, el respondió: el secreto es cambiar siempre el sabor.
Cuando mi esposa llamó, yo ya había estado pensando que hoy Pedro el León tampoco llegaría. Pero no estaba triste, ni lo estoy ahora, porque siempre puedo salir a esperarlo el siguiente día.

Fin